Por JAVIER FRANCO
Hace mas de 1000 años, en los confines más recónditos y apartados de la vieja Cantabria, entre montes, al pie de los Picos de Europa, Alfonso, Conde de Lebeña, por aquel entonces el señor más poderoso de Liébana, ordenó erigir la iglesia de Santa María de Lebeña, donde aún se encuentran los muros que sostienen el templo más antiguo y una de las ‘joyas’ arquitectónicas más valiosas de la región de Cantabria.
Visité el Templo de la mano de María Luisa García Vejo que es la guía oficial de esta iglesia, quien relató la interesantísima historia de este lugar con tal pasión y entusiasmo, que volví la siguiente semana solamenta para escuchar de nuevo su relato, el cual he intentado transcribir en este artículo si no con la misma efusión que Maria Luisa, si con la máxima fidelidad que ha permitido mi memoria.
La iglesia de Santa María de Lebeña es Mozárabe y data del siglo X. Los mozárabes, eran los cristianos Hispano-visigodos, que venían huyendo de territorio musulmán… Al entrar en este templo, lo que mas llama nuestra atención, son los arcos de herradura de la época prerrománica.
Este tipo de arco, puede ser visigodo o mozárabe, pero en este caso, es mozárabe. Esta iglesia destaca entre las prerrománicas por ser la primera vez que se utiliza el capilar compuesto que son las cuatro columnas que están adosadas a los pilares. Es pequeña con su nave central de mayor altura para así tener mejor iluminación con las ventanas a distintas alturas y mejor acústica.
Existe un retablo barroco del siglo XVIII en cuyo centro está la virgen Santa María de Lebeña llamada la Virgen de la buena leche debido a que el niño está mamando, muy pocas veces se ve a una Virgen así dando de mamar al niño, muchas personas vienen aquí a pedir a esta Virgen que les ayude a tener hijos.
En el año 1993 esta Virgen fue robada dejando un enorme vacío tanto en este templo como en el corazón de los vecinos de la localida de Lebeña, estos perdieron la esperanza de volver a tener a su Virgen de la buena leche pero ocho años después, el siete de abril de 2001, fue encontrada por la Guardia Civil en el chalet de un traficante de obras de arte en Alicante y por fin la Virgen volvió a su sitio ante la gran alegría de todos los vecinos que pensaban que ya nunca volverían a verla.
Debajo del retablo existe un bloque de piedra con símbolos celtas, esta piedra originalmente no estaba en la posición en la que se encuentra ahora sino que durante siglos estubo en posición horizontal con los símbolos hacia el suelo por lo que nadie sabia lo que ocultaba en la parte que estaba hacia abajo.
Pero llegó el concilio Vaticano II en los años 60 y comenzaron a celebrarse misas regularmente, es entonces cuando un sacerdote ordenó retirar la piedra y vieron los símbolos celtas que aparecen el el reverso, lo que provocó que vinieran historiadores a investigar preguntándose por que tenían eso oculto.
La historia de este templo comienza a principios del siglo X por el año 900 se llamaba Alfonso el Conde de Lebeña quien gobernaba el Valle de Liébana, los mozárabes eran cristianos que venían del sur huyendo de los musulmanes, con ellos vino Doña Justa quien se casó con Alfonso, el era del norte, ella del sur y gobernaron en toda Liébana como «Condes de Lebeña» quienes ordenaron construir la iglesia de Santa maría de Lebeña con la pretensión de albergar los restos de Santo Toribio de Liébana. Alfonso les pide a los monjes del monasterio de Santo Toribio que le entregasen las reliquias del Santo, y estos se niegan a entregarselas, tras lo cual, el Conde de Lebeña recluta a 50 hombres y se dirige hacia el monasterio con al intención de arrebatarles las preciadas reliquias, pero al intentar descubrir la sepultura, tanto el Conde como sus servidores quedaron ciegos, por lo que éste ofreció los bienes que poseía en Liébana a los monjes del Monasterio de Santo Toribio a cambio de recobrar la vista. Hecho el milagro, el conde Alfonso entregó todas sus posesiones.
Fue entonces cuando se construyó una primera imagen de la Virgen de Santa María de Lebeña que por algún motivo no se conservó la cual nadie sabe como era y fue sustituida por la actual en el siglo XV.
En el año 18 le añaden el pórtico en 1893 y declaran esta iglesia monumento nacional, la segunda iglesia de Cantabria declarada monumento nacional, la primera fue la Colegiata de Santillana del Mar. Como resultado de ello, el arquitecto José Uriarte se acercó hasta Liébana para dirigir una serie de trabajos de restauración, quien
se encuentra con las protestas del pueblo, que desde hacia muchos años, venían reclamando un campanario.
Sus demandas fueron atendidas, pero al ser monumento nacional y no poderse modificar su aspecto, el campanario fue construido por separado.
UNA HISTORIA DE AMOR ENTRE DOS ÁRBOLES QUE DURÓ MIL AÑOS.
Dice la leyenda que el Conde de Lebeña, como era del norte, plantó un árbol de esta zona, el Tejo, el árbol sagrado de los cántabros. Ella, Doña Justa, trajo un Olivo del sur, símbolo de la paz, e igualmente lo plantó junto al templo. Querían que los dos árboles perduraran durante mucho tiempo recordándoles, lo cual consiguieron, pues, mil años mas tarde, el templo, el Tejo y el Olivo aún están presentes recordándoles.
El 22 de marzo de 2007 fue el día fatídico en el que un fuerte viento derriba el milenario Tejo, aquel día alguien tuvo la brillante idea de cojer algunos esquejes que fueron guardados a buen recaudo por Ignacio Abella. 10 años después, el 20 de marzo de 2017, se volvió a plantar un esqueje en el lugar que ocupaba el viejo Tejo.